sábado, 24 de abril de 2010

Y lo que te rondaré, morena

Artículo de opinión de Manolo Camacho.

Pongamos por caso que usted es presidente de un club. Supongamos que llega un grupo inversor, al que todos dan sus bendiciones (la Asamblea, generalmente, que es soberana y fue un sí por aplastante mayoría) y, una vez en el escaparate, muestran sus cartas de cara al futuro. Vaya por delante que cuando uno monta un negocio está al cincuenta por ciento del éxito o del fracaso. Lo lógico es que con la inversión que llega al San Roque, el club sea profesional porque lo de esta temporada, aún no finiquitada, es un milagro. Haber conseguido tantos logros es fruto del compromiso, de la solidaridad, del trabajo. Pero, miren la tabla. Verán que arriba en el grupo cuarto sólo están los equipos profesionales. Y es legitimo soñar que un día el cuadro lepero pueda optar a la máxima grandeza. Igual se la pega por el camino. Pero la felicidad depende del grado de esperanza. Y en Lepe alcanza las cotas máximas.

El caso es que el cambio de rumbo afecta a los jugadores. Pero igual les hubiera afectado a algunos en caso de seguir el club por la misma línea. Con el que interese, hablarán. Y si luego está en disposición de dejar el trabajo para dedicarse al fútbol, lo harán encantados. Nadie saldrá por la puerta de atrás porque los que ahora defienden esos colores, se han ganado el reconocimiento eterno. Otra cosa es que los que están en la mente de casi todos piensen que deben tener un contrato vitalicio. Les voy a contar un secreto. Eso le propuse yo a mi jefe y me contestó que me lo fuera ganando día a día. A otro lado con el cuento.