Artículo de opinión de M. Camacho
Está bien la calentura de la afición, pero mal enfocada es un problema. Los incondicionales protestaron y dispararon a todo lo que se movía y no admitieron con deportividad la superioridad final del San Roque. Aún permanece en la memoria las batallas campales en el viejo Los Cármenes, donde ir era presentarse en la guerra. Que le pregunten a Amancio y al Madrid. Aquello, por lo vivido en 2009, ni se ha refinado ni tiene visos de mejora. Lo pasaron mal los aficionados del San Roque, que lo único que hicieron fue celebrar los goles de su equipo. Ese fue su pecado.
Tiene plantilla el Granada para luchar por el ascenso. La inyección económica que ha experimentado le ha permitido fabricar un plantel que mete miedo. Pero debe aplicarlo en el campo. Por eso, para ellos, el árbitro fue un tirano cuando lo único que hizo fue ser valiente y consecuente con los actos del partido, y el San Roque un intruso que se coló sin llamar en el reino de Boabdil el Chico. Granada gitana y mora, con un sitio de privilegio en nuestras retinas porque sus calles te envuelven al mismo tiempo que te embrujan. En fútbol le queda camino por recorrer. Desde los tiempos de Amancio, pocas cosas han cambiado.
Es la frustración de una ciudad de 300.000 habitantes que purga en Segunda B con un estadio de Primera División. El Nuevo Los Cármenes registró una entrada cercana a los 9.000 aficionados y debe ser duro que llegue un equipo de pueblo que no sólo empata, sino que te perdona la vida.
Está bien la calentura de la afición, pero mal enfocada es un problema. Los incondicionales protestaron y dispararon a todo lo que se movía y no admitieron con deportividad la superioridad final del San Roque. Aún permanece en la memoria las batallas campales en el viejo Los Cármenes, donde ir era presentarse en la guerra. Que le pregunten a Amancio y al Madrid. Aquello, por lo vivido en 2009, ni se ha refinado ni tiene visos de mejora. Lo pasaron mal los aficionados del San Roque, que lo único que hicieron fue celebrar los goles de su equipo. Ese fue su pecado.
Tiene plantilla el Granada para luchar por el ascenso. La inyección económica que ha experimentado le ha permitido fabricar un plantel que mete miedo. Pero debe aplicarlo en el campo. Por eso, para ellos, el árbitro fue un tirano cuando lo único que hizo fue ser valiente y consecuente con los actos del partido, y el San Roque un intruso que se coló sin llamar en el reino de Boabdil el Chico. Granada gitana y mora, con un sitio de privilegio en nuestras retinas porque sus calles te envuelven al mismo tiempo que te embrujan. En fútbol le queda camino por recorrer. Desde los tiempos de Amancio, pocas cosas han cambiado.