martes, 4 de enero de 2011

Ceuta y sus gentes no son así

Artículo de opinión de Manolo Camacho, Periodista.

Puerto de la ciudad autónoma de Ceuta, aproximadamente las 19.00 horas del primer día de 2011. Comienzan los piropos porque las calles son una maravilla de iluminación. A todo ello hay que añadir que el conductor del autobús que traslada al San Roque al hotel Trip es un tipo jovial y sonriente. Y nos frotamos las manos. Nada que ver con el clima de la pasada temporada. Y pensamos: “esto es diferente, de aquí no nos vamos mañana sin botín. La maldición del Murube nos la cargamos”.

El hotel, céntrico y cómodo, da para tenerlo todo al alcance. Ceuta, al contrario que el resto de España, es un belén por cada rincón que se mire. ¡Qué preciosidad! El paseo lo corrobora todo. Bromas incluidas, Antonio, el utillero se queda cogido en la puerta de entrada por una broma y las risas fueron en aumento cuando vimos el video que le grabaron el día de Nochevieja. Todo perfecto.

La llegada al campo y toda la primera parte estuvo en la naturalidad, en la disputa de un partido importante con la tensión que requiere ese tipo de citas. Justo hasta que el castellano-manchego Álvarez Pinardo se cansó del San Roque, de que el conjunto lepero le plantara cara al Ceuta. Y todo ocurrió tras la vuelta de vestuarios, lugar que suele visitar con asiduidad el presidente local. De esta forma cambió sustancialmente el viento. Se desconoce que ocurrió allí, entre bambalinas. El caso es que el radiante sol fue ocultándose y el horizonte cambió de verde a gris en cero coma dos.

Ni Ceuta es así ni el Ceuta en su totalidad tampoco. Pero comenzando por el delegado de campo, continuando por el banquillo local, y acabando por el presidente del club, incendiaron el monte y resulta que el que provocó fue el San Roque. Miren. Uno que estaba justo encima de los banquillos lo oyó todo. Hasta los gestos mínimos fueron retratados. Y si el Ceuta aspira a ser grande y al ascenso, debe cambiar los modales y la república bananera que puso de manifiesto después, sobre todo después, del partido. Hasta los compañeros de la prensa local advirtieron con una pregunta sin desperdicio: ¿Esto qué es, una dictadura? Llegó el asunto hasta el punto que el presidente del Ceuta buscó denodadamente a un periodista de allí para advertirle que las imágenes y fotos realizadas en la entrada a la sala de prensa no tenían que salir en ningún lado.

Hice la mili en Ceuta y desde entonces es otra ciudad. Señorial y atractiva, una monería. Limpia y bien diseñada, con una vida descomunal, con una mezcla de razas que es ejemplo para el mundo entero. Todo lo que aconteció en el Murube no va a cambiar el concepto. Pero el Ceuta merece otro comportamiento. Los objetivos no se logran por lo criminal. Primero hay que hacer un buen equipo. Tener un gran entrenador. Que los jugadores se sientan a gusto. Y luego jugar al fútbol. No se si el Ceuta cumple con todos los condicionantes. Pero a veces uno tiene carencias y se suplen con amabilidad y respeto. Con deportividad. Es posible que si el club ceutí se agarra a esos valores, algún año de estos tenga más fácil ascender a Segunda.

Lepe espera para la segunda vuelta. Que nadie tema nada. Aquí nadie es forastero. El Ceuta será recibido con respeto y educación, señal de identidad de la afición aurinegra. Porque dudo que los que incendiaron el monte en el Murube, tengan el atrevimiento de viajar con el equipo.